Se ha inaugurado la exposición retrospectiva del artista José Antonio Hernández Díez, originario de Caracas -Venezuela, 1964-; y que vive en Barcelona desde hace años.
La exposición se presenta en el Covent dels Angels, como espacio del MACBA en Barcelona.
Esta exposición se presenta como decíamos como retrospectiva de la primera exposición que realizó bajo el título de «San Guinefort y otras devociones» en la sal RG de Caracas en 1991; y que presenta obras de finales de los ochenta e inicios de los noventa.
Las obras que presentaba cruzaban tres ejes, las tecnologías médicas, la comunicación y los sistemas de creencias paranormales, en especial de la teología cristiana.
En ella se tocan temas com ola muerte, la consciencia, la resurrección y el peculiar carácter barroco del catolicismo latinoamericano, como cruce de las narrativas europeas coloniales y las creencias propias de lo pueblos nativos.
Presentación de la exposición: Ferran Barenblit (director del MACBA); Mariana Cánepa y Max Andrews (comisarios de Latitudes) y José Antonio Hernández-Díez
Algunas de la piezas expuestas no se habían visto desde la primera ocasión en 1991. Se ha tenido que restaurar algunas piezas de 1988 a 1994, tres piezas tiene una carácter singular en la iconografía de José Antonio
San Guinefort (1991)
San Guinefort es una delas piezas más insólitas, extrañas y provocativas de Hernández-Díez.
Según la tradición, en la región de Dombes en Francia, hacia 1260, un caballero y su mujer dejaron al cargo de perro lebrero su pequeño bebé, al regresar vieron la cuna vacía y el perro manchado de sangre. Creyeron que el perro había matado al bebé y el caballero lo mató y enterró en el bosque fuera de murallas. Después de descubrió que el pero había salvado al bebé que estaba ileso de la mordedura de una serpiente.
Así nació la creencia de que le perro ejercía un poder de protección sobre los niños y se veneraba su tumba.
Esta pieza presenta la ecuación de la leyenda popular con la ciencia médica. Un perro disecado está postrado en una vitrina de metacrilato a modo de incubadora. Dos guantes de manipulación de elementos peligrosos y radioactivos están ajustados en cada cara mirando al exterior, de modo que las reliquias del perro santo no pueden tocarse por estar contaminadas por la peste negra del siglo XIV, que fue uno de los factores en contribuir al declive del tocamiento de las reliquias de los santos.
El resplandor de la Santa Conjunción aleja a los demonios (1991)
Esta pieza explora la contraposición entre la pantalla de cine, la pantalla del televisor a través de una caja de luz de color rojo como espacio con una gran congregación de gente y enfrente se encuentra un dispositivo de flash sincronizado con un temporizador en forma de cruz, que a cada lanzamiento de luz se produce un gran grito de las profundidades de un grito de las profundidades.
Para Hernández-Díez, este montaje viene a ser un portal a otra dimensión, un fenómeno de poltergeist, como un exorcismo interactivo en circuito cerrado. El resplandor… parece capturar todas las fuerzas negativas que nos atan con la contemplación de pantallas, como el cine, la televisión, los video juegos, y los dispositivos actuales como los smart phone.
Sagrado Corazón activo (1991)
Cuando Hernández-Díez pensó en unir la metafísica de la Eucaristia y la presencia real de Jesucristo en carne y sangre, propuso una pieza en la que un corazón inyectado de vida dentro de una cruz,nos muestra esta concepción médico-física de la presencia real del amor, presencia real y verdad incondicional y por otro lado alude al desarrollo casi milagroso de trasplante de órganos humanos.
Además de otras piezas de aquella época, Hernández-Díez ha preparado para esta exposición, una serie de placas de hierro con los dibujos de los filamentos de las lámparas incandescentes, como muestra de su trabajo actual.
Esta exposición es muy recomendable por cuanto el artista y el equipo del MACBA, han realizado un espléndido trabajo de restauración de las piezas expuestas, buscando materiales como monitores de TV en blanco y negro, que en 20 años han quedado olvidados y obsoletos.
Estas restituciones nos permiten recordar las obras que fueron contemporáneas y que ahora, pasado el tiempo, nos parecen de otra época, cuando seguimos encuandrando al artista como contemporáneo, y como muestra de ello, también ha evolucionado con otros materiales, pero manteniendo el mismo trasfondo de discusión interna entre las creencias religiosas y la ciencia que todo lo alumbra en un nuevo plano.
Texto y fotos: Albert Loaso