

Hasta el próximo 26 de febrero de 2023 se podrá visitar la exposición de la obra de María Teresa Hincapié en el MACBA. Esta exposición se ha realizado en colaboración entre el Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM) y el Museu d’Art Contemporàni de Barcelona (MACBA)
Es un tributo a la vida y obra de esta autora colombiana, que promovió a través del teatro y de las performances su crítica al consumo excesivo, a las expresiones corporales como medio fluido para presentar sus obras de arte.
«A mí no me interesa el arte muerto. Creo que la vida es arte y mi cuerpo es mi arte vivo. Mi cuerpo es aquél que debe moverse, que está mirando, que está cansado, que está agotado. Ésta es mi propuesta».
Con esa declaración, María Teresa Hincapié marcaba su rumbo en la escena artística colombiana e internacional.

Si este fuera un principio de infinito – 1987
Esta fue primera performance, que consistió en habitar un espacio de forma continua durante tres días. La performance aparecía tras una serie de trabajos que, poco a poco, le habían permitido realizar la transición del teatro a las artes visuales. Se pudo ver por primera vez en el teatro Cuba de Bogotá, Hincapié llevó la mayoría de sus pertenencias al teatro.
Uno de los aspectos más relevantes era que transcurría en tiempo real. La acción se realizaba durante la jornada desde que se levantaba hasta que se iba a dormir, durante tres días seguidos.

Ella no representaba a una persona que habita el espacio, sino que fuese la persona que lo hacía, daba un giro a la forma de presentarse, incluso sobre un escenario tradicional. La artista se levantaba de la cama, en ocasiones repetía , limpiaba, se sentaba a ver la televisión, se ponía los rulos… hasta que volvía a acostarse a la noche.





Esta performance se presentó en el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia en 1989.
Soy una mujer que ya no es una mujer – 1989
Siguiendo el planteamiento que presentó en la obra «Si fuera un principio de infinito», Hincapié se presentó durante tres días consecutivos dentro de un escaparate de una tienda de Bogotá. Esta acción llamada Vitrina, dio comienzo a una serie de trabajos que cuestionaban la construcción del estereotipo de mujer.

Esta presencia fuera de las paredes de un teatro o un centro de cultura, daba el poder de su mensaje poético-artístico a una mujer que convertía lo cotidiano a una obra expuesta a todos los que circulaban por delante del escaparate.

Quitaba a la mujer su papel cotidiano de ama de casa para llevarla más allá, como aquello que se repite a diario se convierte en algo sagrado por su condición de haber sido realizado por la mano de una mujer.
Hacia lo sagrado – 1995
María Teresa Hincapié nos llama nuestra atención en aquello que une una serie de obras y trabajos que reflejaban su búsqueda por la espiritualidad, en conciliación de la búsqueda de su producción artística y el montaje de las exposiciones.

- «Me preocupo por hacer un arte que no pueda fotografiarse, que no sea registrable, que se resista a ser consumido como se consume toda esa cantidad de productos mediáticos que la globalización nos impone cada día. Quiero producir una imagen que perdure en el espíritu de la gente.»
El 1 de enero de 1995 Hincapié emprende una marcha a pie de veintiún días hacia el parque arqueológico de San Agustín, con l intención de recuperar el sentido de lo sagrado que pervive en muchos pueblos indígenas de Colombia. Esta relevante acción, titulada Viaje al fondo del alma, con la intención de recuperar el sentido de lo sagrado que pervive en muchos pueblos indígenas de Colombia, y fue un peregrinaje que combinó ecología, espiritualidad y arte.

Aldea escuela -1996
En 1996 María Teresa Hincapié adquirió una finca llamada La Fruta, para compartir con artistas y estudiantes su filosofía de vida, tal como lo había hecho previamente en los talleres que consistían en encuentros en diversas ciudades de Colombia, en los que aplicaba sus preceptos y, a la vez, ponía en marcha iniciativas en torno al arte y la ecología.

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La performance En silencio pero juntos de María José Arjona, se desarrolla en las salas y alrededor del MACBA esta coreografía en silencio, dando una dimensión sagrada a la función del cuerpo que habita en el museo.




Texto: José Iturmendi / Fotos: Albert Loaso