Paris es una ciudad ultra conocida por sus monumentos; Tour Eiffel, Sacre Coeur, Opera Garnier; boulevares, museos como el Louvre, restaurantes, salas de fiesta, etc. Todo lo que el turista desea encontrar en la ciudad de la luz, lo tiene fácil en todas direcciones encuentra reclamos que le llaman la atención.
Pero Paris no es sólo la ciudad de la luz, los turistas y el arte oficial; también es una ciudad llena de población que entre sus más de dos millones de residentes y once millones cercanos a la ciudad, hacen un total de 13 millones de personas que viven y trabajan alrededor de esta gran ciudad de Francia.
Y son esos habitantes los que nos centran en la historia que descubrimos en el barrio 20º, situado en el noreste de la ciudad, cerca de la Rue Belleville nos encontramos una mañana de sábado con Jean Marc, que nos dice que es electricista de profesión, pero que en sus ratos libres el fin de semana se acerca a estas calles para elaborar sus pinturas de calle conocidas como graffiti, que es un tipo de expresión artística surgida en la década de los 70 en Nueva York.
Jean-Marc empieza su obra de graffiti
Aquí en Paris, aunque no está permitido oficialmente el arte del graffiti, se tolera su expresión en esta zona que se ha convertido en popular para muchos artistas callejeros, como ZOUZOU que pinta previamente con negro un paño de pared con su nombre artístico, antes de empezar su obra para que nadie le pise su espacio.
Estas obras son efímeras dado que muchos artistas se disputan el espacio casi a diario. Los vecinos no lo ven con malos ojos, dado el deterioro del barrio y al menos embellecen con sus dibujos y formas, espacios que de otra forma se verían muy degradados.
Volviendo a Jean-Marc, nos dice que para él esta forma de arte que le permite desconectar de la rutina de su trabajo y que hace 12 años que no deja de expresar su arte en estas paredes. Es sin duda un antídoto para gente de todas las edades que muestran sus frustraciones, sus ansias de expresión pública, en una forma efímera y con un mensaje a veces reivindicativo, a veces realista y otras tantas sólo una forma de poner un mensaje en la pared.
Son de hecho los pintores de pared que con su arte nos recuerdan las imágenes de los bisontes de Altamira o los caballos de Lascaux, del arte primitivo al arte de nuestro tiempo; tan lejos, tan cerca.
Texto y fotos: Albert Loaso